Mientras en Cali se celebra la COP16, una cumbre fundamental para el futuro de la biodiversidad mundial, a solo kilómetros de distancia, el río Micay, una de las fuentes hídricas más importantes del Cauca, enfrenta una grave crisis ambiental. El Ejército Nacional denuncia que la estructura Carlos Patiño de las disidencias de las FARC ha estado contaminando sus aguas con químicos tóxicos, como mercurio y cianuro, a raíz de la explotación ilegal de yacimientos mineros.
La situación ha transformado las aguas del río, antes cristalinas, en una sustancia oscura y estancada, que amenaza tanto a la flora y fauna locales como a las comunidades que dependen de este recurso, como San Juan de Mechengue y El Plateado. Según registros y evidencias visuales, la maquinaria empleada no solo contamina el agua, sino que también desvía su cauce, creando “piscinas” de agua envenenada y alterando la ecología del área.
Para evitar la acción de las autoridades, las disidencias habrían utilizado estrategias de encubrimiento, como movilizar la maquinaria bajo la apariencia de obras viales y presionar a las comunidades para que exijan la retirada de la fuerza pública. Según las estimaciones, esta actividad ilegal genera entre 8.000 y 10.000 gramos de oro mensualmente, lo que representa ganancias superiores a 7.000 millones de pesos.
La afectación abarca más de 100 hectáreas a lo largo del río, generando un daño irreparable que impacta no solo la biodiversidad, sino también la salud de las poblaciones humanas.
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