Por Juan Diego Ortega
Fue un día como hoy, aún puedo recordar ese frío y oscuro día que era testigo de la tragedia más grande registrada en la historia de mi municipio, Rosas Cauca.
El 21 de abril de 2019, los habitantes se despertaron con la terrible noticia de que un alud de tierra habría sepultado por lo menos ocho viviendas en la vereda Portachuelo y ya se registraban al menos 15 cuerpos rescatados del lugar. Lo único que podía ver cuando agarraba mi teléfono eran fotos de las víctimas fatales, conocidos, amigos y hasta compañeros de clase inundaban las redes sociales.
Los habitantes de Rosas no podían salir del asombro que les produjo la impactante noticia. Algunos no entendían cómo era posible tal situación, si tan solo el día anterior habían estado departiendo con personas que quedaron sepultadas en el gigantesco derrumbe.
Otros no podían comprender cómo era posible que de la tierra donde brotaba el plátano, la yuca, el café y hasta la caña, sólo sacaban los cuerpos de las 33 personas fallecidas.
Otras personas no podían entender cómo era que este hecho tan desastroso hubiera ocurrido un domingo de resurrección, siendo Rosas un pueblo donde la religiosidad recorre cada rincón.
De manera inmediata, el alcalde de ese momento, Jesús Eduardo Díaz Ríos, declaró la calamidad pública para recibir la ayuda del Gobierno Nacional y la atención que la situación ameritaba.
Mientras el día transcurría, el número de personas fallecidas incrementaba, y con cada hora que pasaba, la angustia y la zozobra de los familiares de las víctimas eran más insaciables.
La noticia de la gran avalancha en Rosas se había convertido en una noticia internacional, el ojo público estaba puesto en mi municipio. Desde el primer día, los equipos periodísticos de diferentes medios de comunicación hicieron parte del panorama.
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Y cómo olvidar el sepelio colectivo, al que asistieron por lo menos unas 3.000 personas, ese ha sido sin duda, unos de los días más difíciles que hemos afrontando como ciudadanos roseños.
Los homenajes a las víctimas no se hicieron esperar, la mayoría de entidades e instituciones de nuestro municipio y poblaciones vecinas se unieron en este inolvidable sepelio colectivo.
Al final, se pudieron contabilizar a 33 personas fallecidas, entre ellos, 8 menores de edad. Hoy, dos años después, las víctimas siguen en nuestra memoria, el día 21 de abril de 2019 seguirá siendo una fecha dolorosa para cada roseño.
Recordar y nunca olvidar será por siempre el mejor tributo que podemos darles a los roseños que perdieron sus vidas en aquel catastrófico derrumbe.