Por: Oscar Rodrigo Campo Hurtado
Es necesario empezar levantando nuestra voz de rechazo por el homicidio del conductor ocurrido el día de ayer en Timba. Se conoce que, al tomar una vía alterna como consecuencia del bloqueo, fue agredido por desconocidos quienes intentaban robar su carga. A este tipo de riesgos se exponen cientos de ciudadanos obligados a llegar a sus destinos al tratar de superar los obstáculos en la Panamericana.
Ahora, si evaluamos en general y cuidadosamente los resultados de este tipo de acciones en comparación con los perjuicios ocasionados tanto en términos de empleo como en la generación de ingresos para las familias del departamento, resulta difícil justificar los bloqueos, incluso, cuando los manifestantes tienen razón en sus demandas.
Hoy fueron los Misak, pero mañana vendrán otros grupos sociales, sindicales, étnicos o comunitarios dispuestos a tomar la vía Panamericana como rehén para presionar al gobierno. La secuencia de eventos es predecible: se llegan a acuerdos y compromisos superficiales, sin abordar las raíces del problema, y, lamentablemente, el Estado termina incumpliendo sus compromisos.
Cada bloqueo representa un obstáculo del cual nos resulta cada vez más complicado recuperarnos. La confianza de la inversión privada se golpea y la convivencia pacífica experimenta una nueva fractura. Estas acciones directamente impactan en la movilidad de pasajeros y el transporte de alimentos; según datos de la Asociación para el Desarrollo Integral del Transporte Terrestre Intermunicipal (Aditt), al menos 20.000 pasajeros se desplazan en transporte público diariamente por esta vía.
Le puede interesar: Capturado en el sur del Cauca, alias ‘Tobarba’, cabecilla de una temible banda delincuencial
A esto se suma el transporte de mercancías, insumos agrícolas, médicos, entre otros, que podrían enfrentar interrupciones en sus cadenas de suministro, provocando pérdidas significativas.
Además: Estudiantes de Unicauca exigen libertad de universitario secuestrado por el ELN
La desaceleración de la competitividad también es evidente, ya que los productores se enfrentan no solo a la extorsión de grupos ilegales, sino también a la interrupción de sus cadenas de suministro y comercialización, lo que impacta directamente en sus economías.
Además, el sector empresarial experimenta traumas en su operación, llevando a la decisión de abandonar el departamento y dejando a cientos de empleados con sus familias en la incertidumbre. Tan solo en el 2023, en el Cauca se registraron 33 bloqueos, un ritmo insostenible para consolidar la competitividad.
¿Quién asume los daños y las pérdidas?, sin opciones atractivas, sin soluciones de fondo frente a situaciones recurrentes como los bloqueos, sin compromisos reales, la Panamericana seguirá siendo el epicentro de las luchas de las comunidades que buscan ser escuchadas. No obstante, no se logrará nada con extensos pliegos de peticiones presentados a un Estado que, aunque burocrático, está generalmente afanado, temeroso y nublado de razón, firmando acuerdos que nunca cumplirá y por ello, cada acuerdo se convertirá en un futuro bloqueo.
Esperemos que los gobierno nacional y local puedan anticiparse y actuar; porque ya se acerca la Semana Santa y previo a ella se han normalizado los bloqueos.
Aquí todos perdemos, sectores como el transporte, el turismo, la construcción, la agricultura en productos como el Aguacate Hass que ya se exporta desde el Cauca a varios lugares del mundo, entre muchos otros, pero quizás el más importante es el ciudadano del común que ni siquiera puede asistir a sus controles médicos, con los bloqueos también se paraliza el futuro del Cauca.
Más noticias de Popayán y el Cauca en Instagram: Sucesos Cauca