Por: Walter Aldana – walteraldana2@gmail.com

En nuestros 29.308 kilómetros cuadrados, vivimos más de 1.415.933  habitantes, en la bella Cauca, en cuarenta y dos municipios afros, originarios, campesinado y quienes se reclaman blancos, convivimos milenariamente.

Y claro que es la tenencia y el uso  de la tierra nuestro eterno  problema, desde la independencia (donde le pagaron a los “padres de la patria” con tierra porque no había plata), pasando por la república donde en su construcción, las familias de criollos se jugaban unos con la corona española y otros con Bolívar, práctica que continúa haciendo carrera hoy.

Ariel Ávila, subdirector de Paz y Reconciliación, Fundación Nuevo Arco Iris, Indepaz, Fundación Tierra de Paz, la Fip, etc, etc, son ‘Ongs’ que estudian el Cauca, que en conjunto con las organizaciones sociales denuncian sistemáticamente la entrega del orden público del suroccidente a las mafias del narcotráfico y la minería ilegal (activa una más que otra, dependiendo de las condiciones para desarrollarlas en el territorio).

En lo corrido de 2021, 14 enfrentamientos armados, 13 amenazas a líderes sociales, seis masacres, cinco asesinatos de excombatientes de Farc, 22 asesinatos de líderes sociales, ocho hostigamientos armados y ocho enfrentamientos entre grupos ilegales, nueve alertas tempranas emitidas por la Defensoría del Pueblo para 14 municipios y más de siete mil efectivos de la fuerza pública desplegados por los campos.

Desnarcotizar la lectura sobre el desarrollo del Cauca, comprenderlo como una suma de territorios con sus cosmovisiones étnicas y del campesinado y reconocer la integralidad de sus soluciones será el camino conjunto a seguir.

Mientras logramos un pacto; sociedad civil, institucionalidad e inclusive los ilegales, seguiremos llorando y resistiendo frente a la barbarie de las armas que las hemos escuchado tanto tiempo hablar en el territorio… Es hora de que conversen  y pacten las propuestas comunitarias  y que los compromisos gubernamentales se cumplan.